Una historia de
animales de G.H. Reavis
Un día, un grupo de animales
decidieron que era muy importante hacer algo para afrontar los problemas del Nuevo Mundo. Así que
fundaron una escuela. Decretaron que las materias que deberían enseñar serían: la carrera, la escalada, la natación
y el vuelo.
El pato era un nadador excelente,
incluso mejor que su formador, pero no pasó de una nota aceptable en el vuelo y
muy pobre en la carrera. Como era lento corriendo, empezó a ir a clases
particulares y tuvo que
abandonar la natación para practicar más la especialidad en la
que iba más flojo. Después de cierto tiempo, sus patas finas, elegantes y
estilizadas estaban tan gastadas que
pasó a ser un nadador medianito.
El conejo era el primero de la clase en las carreras,
pero sufrió una fuerte depresión a raíz de intentar mejorar en natación, y no
digamos ya en el vuelo.
La ardilla era un escalador magnífico,
pero se frustró mucho en las clases de vuelo porque su formador le hacía
empezar los ejercicios desde el suelo y no desde los árboles. Sufrió estrés. Al
final obtuvo un aprobado
justito en escalada y un suspenso en la prueba de correr.
El águila era un alumno problemático.
Durante el curso recibió muchas críticas por parte de sus formadores porque en
la clase de escalada ganaba a todo el mundo y llegaba siempre la primera a los árboles,
pero lo hacía a su manera y nunca escuchaba las observaciones.
Al final del curso, el
águila, que podía nadar
bastante bien y también corría, pero escalaba y volaba peor, tuvo
el honor de pronunciar el discurso de clausura del curso escolar.
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