Julien Chorier estaba cansado de redactar cartas de presentación para buscar trabajo.
“Un día comentaba con un amigo que todo eso no era más que ‘blabla’ y que las empresas seguramente no tenían tiempo ni de leerlo. Volví a pensar en ello y decidí sustituir lo que no era esencial en mi carta por ‘blabla’”.
Una empresa contactó con él para saber de qué trataba tanto “blablabla”.
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